Cuando de poesía del modernismo hablamos, de nuestro pensamiento evoca
al nicaragüense Rubén Darío que con su libro titulado “Azul” considerada
como la obra inaugural del modernismo hispanoamericano, como bien se
sabe influido por la cultura francesa, por el parnasianismo y el
simbolismo para ser exacto, en la que destacan la musicalidad de los
versos y la variación de la métrica, el retorno hacia las métricas
caídas en desuso, pero para hablar del modernismo quisiese mutar hacia
otros poetas de esta corriente literaria no restando le importancia a
Darío como punto de contacto entre la cultura francesa y la búsqueda de
identidad de parte de los hispanoamericanos, sería interesante hablar
por ejemplo del argentino Leopoldo Lugones, el colombiano José Asunción
Silva, el ecuatoriano Medardo Ángel Silva, el cubano José Martí y por su
puesto los mexicanos Manuel Gutiérrez Nájera y Enrique González
Martínez.
Leopoldo Lugones nacido en Villa de María del Río Seco, Córdoba, Argentina, 13 de junio de 1874, desde pequeño destaco como estudiante y su gusto por la lectura y la escritura en 1986 conoce a un grupo de intelectuales entre ellos están José Ingenieros, Roberto Payró Ernesto de la Cárcova y escribe para un periódico socialista, a los veintidós años escribe “La nación” promovido por su amigo Rubén Darío quien lo arrastrara hacia el modernismo. Entre su poesía publicada se encuentran las siguientes:
Los mundos (1893), Las montañas del oro (1897), Los crepúsculos del jardín (1905), Lunario
sentimental (1909), Odas seculares (1910), El libro fiel (1912), El libro de los paisajes (1917), Las
horas doradas (1922), Romancero (1924), Poemas solariegos (1927), La copa de jade (1935),
Romances del Río Seco (1938)
Se dice que lunario sentimental es la más representativa y que contiene más elementos modernistas, he aquí un fragmento de “la muerte de la luna” que está incluido en el poemario antes mencionado.
Se dice que lunario sentimental es la más representativa y que contiene más elementos
modernistas, he aquí un fragmento de “la muerte de la luna” que está incluido en el poemario antes mencionado.
…Un brillo de lóbrego frasco
Adquiere cada ola,
Y la noche cual enorme peñasco
Va quedándose inmensamente sola.
Forma el tic-tac de un reloj accesorio,
La tela de la vida, cual siniestro pespunte.
Flota en la noche de blancor mortuorio
Una benzoica insispidez de sanatorio,
Y cada transeúnte
Parece una silueta del Purgatorio.
Con emoción prosaica,
Suena lejos, en canto de lúgubre alarde,
Una voz de hombre desgraciado, en que arde
El calor negro del ron de Jamaica.
Y reina en el espíritu con subconsciencia arcaica,
El miedo de lo demasiado tarde…
En Colombia la euforia modernista destaco en el escritor José Asunción Silva quien es conocido por su educación autodidacta, pero también por sus viajes a Europa, por lo tanto una clara influencia en su forma de escribir, en las cuales su principal característica es el gran contenido modernista, aunque su obra se perdió en un naufragio de uno de sus tantos viajes la poca obra recatada cuenta con la presencia de la estética modernista. Entre sus obras destacan libros de versos, Gotas amargas, nocturnos, pero debida a la pérdida de sus textos, se ha tomado por mayor factibilidad reunir su “obra completa”, este poeta colombiano debido a las vicisitudes de su vida marcados por el fracaso y las frustraciones termina suicidándose el 23 de mayo 1896 de un tiro al corazón aquí una muestra de su estilo modernista y errático.
LAS VOCES SILENCIOSAS
¡Oh voces silenciosas de los muertos!
Cuando la hora muda
y vestida de fúnebres crespones,
desfilar haga ante mis turbios ojos
sus fantasmas inciertos,
sus pálidas visiones...
¡Oh voces silenciosas de los muertos!
En la hora que aterra
no me llaméis hacia el pasado oscuro,
donde el camino de la vida cruza
los valles de la tierra.
¡Oh voces silenciosas de los muertos!
Llamadme hacia la altura
donde el camino de los astros corta
la gélida negrura;
hacia la playa donde el alma arriba,
llamadme entonces, voces silenciosas,
¡hacia arriba!... ¡hacia arriba!...
ENFERMEDADES DE LA NIÑEZ
A una boca vendida,
a una infame boca,
cuando sintió el impulso que en la vida
a locuras supremas nos provoca,
dio el primer beso, hambriento de ternura
en los labios sin fuerza, sin frescura.
No fue como Romeo
al besar a Julieta;
el cuerpo que estrechó cuando el deseo
ardiente aguijoneó su carne inquieta,
fue el cuerpo vil de vieja cortesana,
Juana incansable de la tropa humana.
Y el éxtasis divino
que soñó con delicia
lo dejó melancólico y mohíno
al terminar la lúbrica caricia.
Del amor no sintió la intensa magia
y consiguió... una buena blenorragia.
AL OÍDO DEL LECTOR
No fue pasión aquello,
fue una ternura vaga
lo que inspiran los niños enfermizos,
los tiempos idos y las noches pálidas.
El espíritu solo
al conmoverse canta:
cuando el amor lo agita poderoso
tiembla, medita, se recoge y calla.
Pasión hubiera sido
en verdad; estas páginas
en otro tiempo más feliz escritas
no tuvieran estrofas sino lágrimas.
Sin descartar hispanos que sumergieron en el modernismo literario, de los cuales son ideales para estudiar el modernismo y no caer en esa limitación o mitificación de Darío como la máxima expresión del modernismo.
Leopoldo Lugones nacido en Villa de María del Río Seco, Córdoba, Argentina, 13 de junio de 1874, desde pequeño destaco como estudiante y su gusto por la lectura y la escritura en 1986 conoce a un grupo de intelectuales entre ellos están José Ingenieros, Roberto Payró Ernesto de la Cárcova y escribe para un periódico socialista, a los veintidós años escribe “La nación” promovido por su amigo Rubén Darío quien lo arrastrara hacia el modernismo. Entre su poesía publicada se encuentran las siguientes:
Los mundos (1893), Las montañas del oro (1897), Los crepúsculos del jardín (1905), Lunario
sentimental (1909), Odas seculares (1910), El libro fiel (1912), El libro de los paisajes (1917), Las
horas doradas (1922), Romancero (1924), Poemas solariegos (1927), La copa de jade (1935),
Romances del Río Seco (1938)
Se dice que lunario sentimental es la más representativa y que contiene más elementos modernistas, he aquí un fragmento de “la muerte de la luna” que está incluido en el poemario antes mencionado.
Se dice que lunario sentimental es la más representativa y que contiene más elementos
modernistas, he aquí un fragmento de “la muerte de la luna” que está incluido en el poemario antes mencionado.
…Un brillo de lóbrego frasco
Adquiere cada ola,
Y la noche cual enorme peñasco
Va quedándose inmensamente sola.
Forma el tic-tac de un reloj accesorio,
La tela de la vida, cual siniestro pespunte.
Flota en la noche de blancor mortuorio
Una benzoica insispidez de sanatorio,
Y cada transeúnte
Parece una silueta del Purgatorio.
Con emoción prosaica,
Suena lejos, en canto de lúgubre alarde,
Una voz de hombre desgraciado, en que arde
El calor negro del ron de Jamaica.
Y reina en el espíritu con subconsciencia arcaica,
El miedo de lo demasiado tarde…
En Colombia la euforia modernista destaco en el escritor José Asunción Silva quien es conocido por su educación autodidacta, pero también por sus viajes a Europa, por lo tanto una clara influencia en su forma de escribir, en las cuales su principal característica es el gran contenido modernista, aunque su obra se perdió en un naufragio de uno de sus tantos viajes la poca obra recatada cuenta con la presencia de la estética modernista. Entre sus obras destacan libros de versos, Gotas amargas, nocturnos, pero debida a la pérdida de sus textos, se ha tomado por mayor factibilidad reunir su “obra completa”, este poeta colombiano debido a las vicisitudes de su vida marcados por el fracaso y las frustraciones termina suicidándose el 23 de mayo 1896 de un tiro al corazón aquí una muestra de su estilo modernista y errático.
LAS VOCES SILENCIOSAS
¡Oh voces silenciosas de los muertos!
Cuando la hora muda
y vestida de fúnebres crespones,
desfilar haga ante mis turbios ojos
sus fantasmas inciertos,
sus pálidas visiones...
¡Oh voces silenciosas de los muertos!
En la hora que aterra
no me llaméis hacia el pasado oscuro,
donde el camino de la vida cruza
los valles de la tierra.
¡Oh voces silenciosas de los muertos!
Llamadme hacia la altura
donde el camino de los astros corta
la gélida negrura;
hacia la playa donde el alma arriba,
llamadme entonces, voces silenciosas,
¡hacia arriba!... ¡hacia arriba!...
ENFERMEDADES DE LA NIÑEZ
A una boca vendida,
a una infame boca,
cuando sintió el impulso que en la vida
a locuras supremas nos provoca,
dio el primer beso, hambriento de ternura
en los labios sin fuerza, sin frescura.
No fue como Romeo
al besar a Julieta;
el cuerpo que estrechó cuando el deseo
ardiente aguijoneó su carne inquieta,
fue el cuerpo vil de vieja cortesana,
Juana incansable de la tropa humana.
Y el éxtasis divino
que soñó con delicia
lo dejó melancólico y mohíno
al terminar la lúbrica caricia.
Del amor no sintió la intensa magia
y consiguió... una buena blenorragia.
AL OÍDO DEL LECTOR
No fue pasión aquello,
fue una ternura vaga
lo que inspiran los niños enfermizos,
los tiempos idos y las noches pálidas.
El espíritu solo
al conmoverse canta:
cuando el amor lo agita poderoso
tiembla, medita, se recoge y calla.
Pasión hubiera sido
en verdad; estas páginas
en otro tiempo más feliz escritas
no tuvieran estrofas sino lágrimas.
Sin descartar hispanos que sumergieron en el modernismo literario, de los cuales son ideales para estudiar el modernismo y no caer en esa limitación o mitificación de Darío como la máxima expresión del modernismo.
Escrito por: Tapír
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