Revista
azul
Positivismo
y decadentismo
Por: Kurda Baéz
La revista
azul fue una de las revistas más destacadas del siglo XIX en América. Portadora
de la voz del movimiento modernista, dio a conocer las primeras gestaciones del
movimiento literario. Fundada por Manuel Gutiérrez Nájera y Carlos Díaz Dufoo
el 6 de mayo de 1894, fue la primera publicación periódica del modernismo en
México. La revista se convirtió en
receptáculo de los discursos y contradiscursos generados entre liberales y
conservadores, sosteniendo así, una posición ambigua frente a la política y a
la cultura del porfirismo. Dentro del eclecticismo característico del
modernismo hispanoamericano podemos distinguir dos etapas, el positivismo y el
decadentismo, dictados por la influencia estética europea. Ya en la década de
1870, Hispanoamérica intentaba entrar a la modernidad por medio de la industrialización.
El positivismo de origen Francés encuentra confluencia en México con la
introducción de este por Gabino Barreda, quien aplico sus postulados a la
economía y a las ciencias para desarrollo del país. Pensadores modernistas como
José Martí, Manuel Gutiérrez Nájera, entre otros, renovaron el panorama
literario por medio de la prosa: cuento, ensayo, crónica y poesía; en su
mayoría influenciado por escritores franceses asociados al modernismo. No obstante
esta selección, presentación e interpretación de la literatura occidental,
evidencia la manera en que el decadentismo y el positivismo se integraron a México
para responder a las necesidades de orden y progreso.
En torno a estas perspectivas la
revista publico posturas contrarias y algunas veces subversivas respecto al
panorama nacional. Escritos de Justo Sierra, Nájera, Nervo, Tablada, Victoriano
Salado (…); significaron una ruptura con los antiguos ideales conservadores del
porfirismo. La primera polémica es suscitada por Gutiérrez Nájera con El arte y el materialismo, en el cual
defendió el amor y el espíritu del artista frente al escepticismo y el
materialismo, enalteciendo los principios modernos de incertidumbre religiosa, el erotismo, el ideal de la nueva mujer y el
hombre decadente, para evitar que la objetividad, cientificista y materialista,
esclavizara la imagen, el sentimentalismo y el ideal de belleza como búsqueda
suprema sobre la realidad. En el ámbito
del arte. El decadentismo constituyó una reflexión sobre el progreso y los
cambios acarreados por la modernización tecnológica y científica, la disolución
entre realidad exterior e interior, reflejado en el imaginario narcisista
decadente. Inauguro una visión subjetivista y a moral en relación al ámbito
social, de aquí que el decadentismo haya sido objeto de una implacable censura
por parte de ciertos núcleos burgueses conservadores y utilitaristas que
establecieron una relación univoca entre el progreso positivista y el arte.
Las colaboraciones de Gutiérrez Nájera
en la revista azul y las publicaciones de Díaz Dufoo (ambos fundadores de la
misma) ejemplifican la recepción que tuvo el decadentismo y el positivismo
europeo, Dufoo opinó como Oscar Wilde que el
arte es completamente inútil y estas prácticas antiutilitaristas se oponen
al positivismo oficial. También afirmó que el concepto de literatura nacional,
está relacionado con la incertidumbre ontológica que caracteriza al arte
decadente europeo y del que México era participe si creía en su modernidad. El
arte moderno es ante todo, testimonio de la crisis espiritual que el
positivismo había traído consigo. El modernismo proponía el intercambio
cultural, pese a su eclecticismo, fungió como una base intelectual para la misión
modernizadora, que optaba por un conocimiento integral, en que todas las artes
y las ciencias podían confluir sin que se relegara unas a otras, sin hacer
distinciones, sociales, políticas y religiosas. Se pretendía humanizar la práctica
materialista y la industrialización por medio de la libre expresión. Así la estética
decadentista constituyó un doble antifaz que permitía a los modernistas ser
enjuiciadores y a la vez rectificadores del progreso nacional, producto de los
excesos y las teorías positivistas que sostenían la ideología del porfiriato.
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