El
modernismo destaca las características de la corriente literaria romántica, “la individualidad desmesurada; sentimiento
de soledoso, de la nocturnas, de lo funéreo, de la imitación del paisaje o
climas forasteros, pasión irrecíproca por la vida y por la muerte…”.
Los
modernistas rompen con los estereotipos que se habían venido fabricando del
típico personaje rural, situando a éste en el ámbito de la ciudad con los
complejos del mismo.
“El héroe modernista se torna un sujeto en
crisis, neurasténico. Su obsesiva búsqueda interior
es la búsqueda de una cultura y una sensibilidad opuestas a la barbarie de su país...” (D. Bohórquez)
El modernista se demuestra al
descubierto en esta búsqueda de identidad.
La
tendencia modernista se desplazó en todas las artes posibles; en los géneros
literarios es en la poesía donde mayor fruto logró, sin embargo también en la
novela y como ya decía Alfonso González el modernista relucía las pasiones, el
erotismo.
“La novela comienza a explorar todo un imaginario de lo sensoria, nuevas
emociones y percepciones del
cuerpo, todo un amplio registro del deseo…” (D. Bohórquez)
Un ejemplo de novela es la de El enemigo (1900) de Rebolledo, en el
cual luce este tipo de imágenes, los sueños del protagonista, por ejemplo.
“Sus noches eran un hervidero de pesadillas
sensuales: apenas se comenzaba a dormir
veía en la sombra a una odalisca pellizcando las cuerdas de un arpa, miraba a mil cupidillos vertiendo perfumes en abrasadas
pebeteras, y al son del arpa saliendo de todas
partes rondas de impuras mujeres: unas
completamente desnudas, otras más inquietantes
aún, cubiertas con velos sutiles como telas de araña, y todas perezosas, indolentes, provocativas, torciendo sus
cuerpos en inverosímiles escorzos, desatadas las
cabelleras, incitantes las bocas, coléricos los granates de los senos;
bailando; incitando los apetitos, hasta
que el despertar los hacía huir por entre las sombras cadereando…” (pg. 6)
Rebolledo inicia con estas imágenes
continuando la historia con una limpia en el protagónico que no logra. Gabriel al
intentar desviarse de esos impulsos hace de una jovencita la imagen que él
pronto ha de anhelar. La lleva por las sendas para que conozca a Sor Juana
Inés, Navarrete, entre otros, ella llega a ser un objeto de deseo tan anhelado
que al llegar a su perfección, el deseo le quema por poseerla.
Detrás de ellos entreabría
sus alas la puerta de la alcoba, y en aquel instante, como un relámpago en la inmensidad de la
noche, cruzó su conciencia un trágico pensamiento; sintió una ansia infinita de posesión; cayó en su
espíritu la profanación como una lágrima
venenosa.
¡Qué delicia!, ¡qué filtro tan embriagante el del
sacrilegio! Poseer a aquella virgen pura como
una hostia en aquel recinto, silencioso y solitario como un templo. (pg. 40)
Como menciona Allen W. Phillips, Gabriel
es un sujeto con características modernistas “es una de las víctimas de aquellas aguas monstruosas. Es un tipo raro y
diferente, solitario y sin afecto, que vive entregado a sus deseos e instintos
sexuales…” Gabriel tiene virtudes y vicios, como todo hombre, aunque haya
querido cambiar su posesión de carne por la espiritual, él al final no lo logra
y resulta que le invade el deseo carnal y posee a de manera violenta a Clara.
Que después de haberla violado se va puesto que su obra finaliza en ese
encuentro.
Rebolledo, aparte de esta novela
escribió otras tres más, que se consideran igual dentro del modernismo: Hojas de bambú (1910), Salamandra y Saga de Sigrida
la blonda.
Por: Florencio Ariza
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